Iniciar
en la escabrosa y lóbrega ruta del Metal subterráneo a inicios de los 90’s era
una experiencia que aparte de iconoclasta no dejaba de darle a uno un cierto
tinte de anticuario. Pues, en una época en la que el Metal aún era una
contracultura y no una subcultura, como actualmente lo es, hacerse del material
que provenía de las escenas más subterráneas, que se gestaban en la periferia y
no en las grandes capitales occidentales, requería de persistencia, tiempo, paciencia
y, como todo en el mundo actual, dinero.
Fue imbuidos en ese espíritu de conocer las escenas
que se gestaban en sitios distantes y desconocidos que muchos de nosotros
empezamos a traer los primeros zines. Para lo cual uno debía enviar el dinero
oculto en una carta y, si algún empleado de correos no disponía lo contrario, en
tres o cuatro meses tenía el paquete de vuelta.
Poco tiempo pasó para que entre nosotros
surgieran los primeros zines. Ediciones de 50 o 100 ejemplares que poco o nada circulaban
en la escena local. Pues su objetivo era enviarlos a otros países, donde si
bien no generaban un rédito económico sí eran moneda de cambio para hacernos de
más material. Lo cual en una época en la que era tan complicado conseguir
música, tenía un valor más alto que el del dinero que en editarlos se invertía.
Los artículos, los análisis de la escena y las
entrevistas que se incluían, envolvían en
su falta de profundidad la idiosincrasia de una época y una generación que
encontró en el Metal extremo el ruido de fondo perfecto para un mundo
adolescente en el que Patrick Bateman y Damien Thorn eran los modelos a seguir.
De igual forma fue en esas páginas en las que escribió sus primeras líneas una
prole que, con los años, serían los escritores, sociólogos, arqueólogos y antropólogos
forenses que con su trabajo demostraron que, aunque una sociedad domesticada y
gregaria aseveraba lo contrario, el Metal, al margen de nuestros consabidos excesos,
más que un rumor sin sentido es una forma de pensamiento concreto que, guste o
no, está generando cambios que son necesarios para oxigenar y transformar nuestra
sociedad.
Fueron muchas las nocturnales y etílicas tertulias en las que, junto a otros
noctámbulos de la época, evocamos en la físicamente extinta Cueva Del Dragón aquellos días cuando al
salir del correo corríamos a casa como almas en pena, excitados ante la llegada
de un nuevo cassette, de un nuevo Lp o de un nuevo zine. Algunas cosas fueron
arrebatadas por esas mínimas inquisiciones montadas por padres moralistas,
otras lograron burlar el paso del tiempo y aún hoy nos acompañan.
En el inventario de las segundas está una serie de entrevistas que para
mi zine Obscvrvs realicé, tanto a
bandas locales como extranjeras. Si bien es cierto, nuestra sustancia está
hecha de eso que fuimos y que ya no seremos, a la vez nos ha sido dada la dadiva
de la memoria, y en las marchitas páginas de la misma han quedado mínimos
rastros de eso que éramos. Y hoy, cuando nos aprestamos a conmemorar nuevamente
la llama del All Hallows´ Eve, inicio una nueva etapa, en la cual, a través de
este blog, iré publicando de nuevo todo ese material que en alguna secreta
esquina del tiempo había quedó extraviado. Y, cuando estos textos se agoten, iniciaré publicación de material referente a la escena actual…
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